Una piel sensible se describe como la sensación de ardor, picazón, sequedad o punzadas secundario a la exposición a cosméticos o factores ambientales sin manifestaciones clínicas visibles. Es una condición bastante frecuente que afecta a más de 50% de las mujeres y cerca del 40% de los hombres.
Los gatillantes de esta hipersensibilidad son el uso y sobreuso de cosméticos, sol, calor, frío, humedad, sequedad, contaminación, etc. Los síntomas pueden desarrollarse entre minutos a horas pero también después de varios meses de exposición acumulativa.
Él área más afectada es la cara. Su forma de presentación puede ser tanto objetiva como subjetiva. Algunos pacientes presentan lesiones como enrojecimiento, sequedad, pápulas y/o pústulas. Otros presentan únicamente los síntomas sin manifestación clínica.

Se manifiesta con frecuencia en pieles claras, sexo femenino, edades extremas (niños y adultos mayores) y en concomitancia con otras enfermedades a la piel como dermatitis atópica, dermatitis seborreica, rosácea, etc. ya que todos ellos tienen una epidermis más delgada, un barrera alterada, tendencia al flushing y mayor uso de cosméticos.


Se diagnostica principalmente por la historia clínica y descarte de patologías asociadas. Existen tests de laboratorio para medir la pérdida se agua través de la piel o la sensibilidad vibratoria cutánea que son experimentales.
El tratamiento de las patologías de base ayuda a mejorar los síntomas. En la fase aguda se recomienda suspender todos los cosméticos (terapia cero) y manejar los síntomas con corticoides tópicos de baja potencia o inmunomoduladores por tiempos acotados. La hidratación de la piel es muy importante para mejorar la función de barrera y la fotoprotección. La reintroducción de los cosméticos debe hacerse de uno en uno para pesquisar aquellos que generan los síntomas.
Para seleccionar los cosméticos de uso habitual hay que mirar más allá de la etiqueta: «apto para piel sensible» ó «dermatológicamente testeado». También hay que fijarse que no tengan sustancias alérgenas, perfumes, ingredientes innecesarios, etc.
Esta patología emergente afecta de manera muy significativa la calidad de vida de las personas afectadas. Y muchas veces el «el remedio es peor que la enfermedad» ya que los pacientes buscan en nuevos cosméticos promocionados «para piel sensible» el alivio de los síntomas, frecuentemente empeorándolos. Lo bueno es que haciendo un correcto diagnóstico y con una guía adecuada se puede volver a tener una piel normal. Consulte a su dermatólogo. Un saludo cariñoso, Catalina Andrighetti Ferrada.